Federico Valverde sigue adquiriendo galones en el Real Madrid. El Pajarito evolucionado en halcón es uno de los hombres fuertes del vestuario de Carlo Ancelotti. Un líder absoluto que se ha convertido en un fijo en los onces del italiano. Desde el tramo final de la pasada temporada, cuando terminó ganando la partida a Rodrygo y Asensio, nadie le ha movido del equipo titular. Unas veces de extremo, otras en el centro del campo, pero siempre en el césped, donde rinde como pocos y no deja de enseñar al mundo su calidad y su poderío físico.
La evolución de Valverde dentro del campo es notable. La clave de esta progresión está en su cambio de actitud. Siempre se ha caracterizado por ser un jugador posicional que ayudaba en defensa, pero ahora se ha dado cuenta de que puede aportar mucho más en ataque. Tiene un grandísimo disparo que debe aprovechar y busca mejorar su efectividad, tal y como demostró ante el Celta cerrando la goleada madridista con un disparo raso y cruzado.
Su reto es tener los galones que lleva tiempo mostrando con Uruguay, donde es uno de los pesos pesados de la selección charrúa. Valverde, que ya sabe lo que es llevar el brazalete de capitán del Real Madrid, tal y como hizo frente a América en esta pretemporada, quiere seguir progresando. Para Ancelotti es un jugador fundamental, con el que puede contar tanto en la posición de extremo derecho como en la medular.
Sin descanso
Valverde sorprendió a todos a la vuelta de las vacaciones por su gran estado de forma. Si bien es cierto que la genética le ayuda, lo que sobre todo le ha merecido la pena ha sido machacarse físicamente durante todo el verano. De esta forma, cuando se tuvo que someter al método Pintus, lo hizo en plenas condiciones. Desde el primer partido de pretemporada ante el Barcelona mostró que estaba un punto por encima del reto, algo que sigue enseñando durante la temporada.